No es un Lunes cualquiera

Son las 6:45 de la mañana de un Lunes. No es un Lunes cualquiera. Estoy en el aeropuerto de Dublín apurando un caffè latte sentado y mirando la pista de aterrizaje de la terminal 2.

Hoy no trabajo, apenas he dormido 4-5 horas y aún es de noche. No me creo cómo he sido capaz de encontrar el aeropuerto en una ciudad que no conozco, con un coche que no conozco, conduciendo al revés y siguiendo señales en dos idiomas diferentes. Ninguno de ellos el mío. Más que encontrarlo, me sorprende haber llegado con tiempo para desayunar. Es lo que tiene ser un tío precavido, que hace que al final las cosas “suelan salir bien”. Lo malo es que tienes que salir agobiado de los sitios casi sin despedirte.

Miro mi mochila... si no fuese por toda la ropa sucia que llevo ahí dentro diría que llegué ayer mismo de lo rápido que se ha pasado todo. Chequeo (¿mal dicho?) las pantallas de información y veo que mi vuelo embarca en 5 minutos. Por lo menos voy “On time”, pienso. Aunque la verdad es que no tengo prisa. En Madrid hoy sólo me espera la lavadora, así que me quedo 10 minutos más a ver si por casualidad hoy le da por salir antes de tiempo y me deja aquí un par de días más.

Pero no cuela, toca hacer la cola de embarque. “Va”, un último esfuerzo antes de meterme en el avión y hacer lo único que se puede hacer (y mal) en un avión de Ryanwair. Dormir y escuchar música. No pido mucho más en verdad. De hecho ni me quito el plumas. Normalmente hago resumen mental de los viajes en estos ratos... con qué sensación me he quedado, qué es lo que me ha sorprendido, si volvería, pero ya lo hice ayer por la noche.

La sinopsis no puede ser mejor, pero mola más la historia entera...

Eme, Dublín, lluvia, pintas, lluvia, carretera, lluvia,Kildare, compras, carretera, lluvia, Galway, ¡llueve!, una máquina de parking nos vacila, hostal de mala muerte,carretera…pero ¿esto es una carretera o un camino de cabras con límite de 100 km/h?, Doolin, carretera de cabras, ¡una puta gasolinera, por fín!, Cliffs of Moher. Vuelta.

De Irlanda, aunque ya lo conocía, me han sorprendido mucho la educación de la gente, su amabilidad y su "Sorry for it", sus pésimas carreteras, sus paisajes del fin del mundo, su mar verdoso y lo mucho que me gusta.

Como digo siempre… Lo malo de irse, es que luego tendrás que volver. Tarde o temprano.

Gracias eme, por tu casa-bar, por enseñarme Dublín, el H&M y el Zara, por no saltar del coche en algunos momentos, por aguantarme, por tus payasadas y por todo lo demás.

Vaya entrada más ñoña me ha quedao joder. Da igual, esto no lo lee nadie. J .

¡Un abrazo!